sábado, 23 de abril de 2016

El Páez de Mascareño

Por: Luis Javier Bazán

La gran obra que se enclava en la conocida Redoma de Mamanico de Acarigua, es autoría del ingenio escultor de Orlando Mascareño, un artista local que ha estado muy preocupado por el desarrollo de su talento y en dejar un sello personal en cada proyecto iniciado.

A finales de 1989, el artista inicia un periplo en la ciudad de Acarigua, tras la búsqueda de un apoyo financiero que le permitiese levantar una obra emblemática como regalo al natalicio de José Antonio Páez en 1990.


Luego de tocar algunas puertas, empresas, gremios, comerciantes y personas con profundo arraigo paecista participaron en la colaboración para que Mascareño pudiese cristalizar su proyecto. Conforme llegaban los aportes, en paralelo, el artista daba forma a su escultura: una gran estatua de más de 30 metros de alto con la figura –de pie- de un Páez apoyado en una bandera y un cañón.

La obra se elaboró con cabillas y cemento, armada en partes, en un galpón de la Zona Industrial de Acarigua, luego de varios meses de intenso trabajo.

Mascareño, al tener lista la imagen, hizo contactos con autoridades municipales para realizar una venta de la misma a la ciudad. En medio de las conversaciones, surgió la idea de instalarla en la nueva redoma de Mamanico y, sin persarlo, se hicieron las gestiones para su instalación.

Se utilizaron varias grúas y camiones para cumplir con el objetivo. El primer obstáculo fue el desplome que sufrió la estatua apenas unas semanas después de ser instalada. Debió ser movida para su reparación hasta volver a montarla sobre la redoma.

Una vez en pie y cumplido el objetivo de instalar la obra Mascareño comenzó otro largo camino: cobrar su trabajo.

La alcaldesa Tatiana Delgado (1989-1992) recibió el proyecto y no hizo aporte económico alguno. Después Pedro Zapata (1992-1995), tampoco ofreció dinero. Dimas Salcedo Nadal (1995-2000), hizo gestiones, atendió el reclamo del artista, pero tampoco su administración rindió dinero. Douglas Pérez (2000-2004), hizo caso omiso al compromiso adquirido por la anterior administración y lo mismo ocurrió en la gestión de Zenaida Linares (2004-2008).

Luego de una década detrás de algún reconocimiento por la venta de la obra a la ciudad, Orlando Mascareño desistió de cobrarla. No obstante, y a pesar de ser ya una referencia iconográfica de la ciudad (después de La Espiga, la iglesia San Miguel y las estatuas de Páez en Curpa y la plaza Páez), esta imagen le pertenece en derecho a su creador porque, hasta hoy día en el año 2016, nunca le cancelaron su trabajo. 

4 comentarios: