jueves, 29 de septiembre de 2016

El San Roque centenario

Por: Luis Javier Bazán

Nuestra querida ciudad está llena de incontables historias, misterios y presunciones que trascienden el imaginario popular y lo certifican múltiples investigadores quienes infieren, incluso, que el gobernador de Venezuela, Francisco de la Hoz Berrio y Oruña, en su recorrido por el territorio inexplorado, fundó Sanare, Barbacoas, Quibor, San Mateo de Aragua, Baruta y Acarigua, en 1620, presumiblemente, el 29 de septiembre, día de San Miguel Arcángel, según era costumbre del conquistador español.


Al celebrarse 396 años de dilatada existencia de nuestro pueblo, en este año 2016 dejamos parte de lo que ha sido una investigación iniciada hace cuatro años. En la misma, tras revisión de textos y libros oficiales en los archivos municipales y de diversas iglesias, hemos descubierto que en la ciudad existe una figura de yeso y madera del Santo San Roque, con permanencia aquí desde el año 1875.

Para ese año, los hermanos Antonio y Dionisio Goizueta construyeron en Acarigua una pequeña capilla para venerar a San Roque, una obra levantada en el cruce de la calle principal del pueblo y el inicio de la calle del trayecto que comunicaba con hermana Villa de Araure, justo donde hoy se ubica el Boulevard homónimo y la avenida 5 de Diciembre.

El templo tenía como imagen central una figura de madera y yeso, de 130 centímetros que permaneció allí hasta el año 1915 cuando una sobrina de los fundadores de la capilla de nombre Carmen Goizueta, regaló a la ciudad la ermita y todo sus ornamentos, esfinges y mobiliario que pasaron a ser resguardados en la iglesia San Miguel por el padre Ramón Inocente Calles.

La imagen de San Roque que se instaló en 1875 en la capilla, fue resguardada en la iglesia San Miguel desde 1915 hasta el año 1955, cuando pasó a ser parte del inventario de la nueva parroquia San Roque levantada en los antiguos terrenos del cementerio de Acarigua, hoy  calle 27 entre avenidas 37 y 38 del Barrio Paraguay.

El sacerdote fundador de la iglesia, Ángel Paglia, escribe en el libro de gobierno de ese templo: “trasladamos de la iglesia San Miguel la imagen de San Roque que encontrándose allí guardada”, para celebrar la primera misa el día domingo 6 de marzo de 1955, en un altar provisional puesto en la casa de Toribio Vásquez, un vecino del sector.  

La misma descripción la refleja en el libro de gobierno el párroco Jesús Alonzo, regente entre 1956 y 1960, cuando instaló en la nueva estructura física de la iglesia en el barrio Paraguay, inaugurada en el noviembre del año 1959, todos los muebles, figuras, candelabros y un altar de madera.

Monseñor Godofredo Marini, administrador de la iglesia San Roque entre 1960 y 1995, fue el sacerdote quien con más recelo cuidó esta imagen del santo, porque sabía la historia de su procedencia y, consciente de tan significativo valor, se hizo custodio de la estatuilla de la cual se estima tenga una antigüedad superior a los 140 años.

Hoy día, tras una larga investigación que incluyó revisión de material de archivos parroquiales, libros de sesiones, entre otros estudios, y se recoge material oral de investigadores-cronistas como Alí Carrillo, Wilfredo Bolívar, Milton Aponte, Pedro Velasco y  Carlos Ojeda, toda la información lleva a la conclusión que: la imagen que reposa en la actual parroquia San Roque, de yeso y madera, por la características descritas es la misma que fue traída a la ciudad en el año 1875 por los hermanos Antonio y Dionisio Giozueta.

Tal afirmación permite realizar un hallazgo relevante y se convierte en un tesoro para la historia de la ciudad de Acarigua, por cuanto esa imagen es una de las pocas obras de mampostería más antiguas que existe en la región y ha resistido al paso del tiempo gracias a la acción de nobles personas quienes, con devoción y fe, mantienen su fervor por este santo milagroso.


Como dato adicional podemos agregar que para 1941, la vieja capilla San Roque, ya en ruinas, fue vendida a la ciudad por el padre Martín González. Años más tarde el entonces Concejo Municipal del Distrito Páez, hizo otra venta privada al comerciante Hugo Otto Meinhard para instalar, en el sitio donde estaba la antigua capilla, una estación de gasolina que operó desde mediados de 1950 hasta finales de 1960, cuando la ciudad adquirió de nuevo el lote de terreno y se construyó el Boulevard San Roque, una de las obras emblemáticas en la celebración de los 350 años de fundación de la ciudad de Acarigua, bajo la gestión del gobernador Waldemar Cordero Vale inaugurado el 29 de septiembre de 1970, por el presidente de la república, Rafael Caldera.

jueves, 22 de septiembre de 2016

Simón Bolívar tuvo un hijo en Potosí

Foto del libro que conserva el texto en la iglesia boliviana
Por: Diario El Potosì/Bolívia

Legalmente, Simón Bolívar tuvo un hijo en Potosí. Esa es la conclusión a la que llegó una labor investigativa sobre la relación que tuvo el libertador con la potosina María Costas, en 1825.

Costas vivió en Potosí hasta su vejez e incluso llegó a ser directora de lo que hoy es el Liceo Santa Rosa. La paternidad de su hijo era un secreto a voces en un tiempo en el que el conservadurismo obligaba a esconder muchas cosas.

En 1905, el escritor Julio Lucas Jaimes publicó en Buenos Aires el libro “La Villa Imperial de Potosí, su historia anecdótica, sus tradiciones y leyendas fantásticas, su grandeza y su opulencia fabulosas” donde está incluida la tradición “Un mirlo blanco. La aventura que tiene como protagonista al gran Bolívar” que habla sobre aquellos amores y el fruto que dejaron para la posteridad, un hijo. En 1925, en su libro “Bolívar en Potosí”, Luis Subieta Sagárnaga no solo ratifica la historia sino que aporta la transcripción de las partidas de matrimonio y de defunción de José Costas, el hijo de María y, supuestamente, del libertador.

En 1975, Wilson Mendieta Pacheco actualizó el tema al entrevistar a Elías, el bisnieto de José Costas, que para entonces tenía 81 años, pero, al igual que sus antecesores, no pudo obtener una prueba fehaciente de las partidas que están en el archivo parroquial de Caiza D.

Este año, y gracias a una autorización del obispo de Potosí, Ricardo Centellas, una de las descendientes de María Costas, Teresa Campos Costas, consiguió, por fin, tomarle fotografías a las partidas y en la de matrimonio, que es de 1895, se lee que José Costas era "hijo de María Juaquina Costas y del finado Señor Simón Bolívar".

Se trata de una prueba documental con plena validez para la legislación boliviana.
El director departamental del Servicio del Registro Cívico de Potosí, Oscar Huayta, informó a este medio que las partidas matrimoniales anteriores a 1941, e incluso las escrituras notariales, "tienen la validez respectiva legal".

Eso significa que, salvo prueba en contrario, la partida que se encuentra en Caiza D acredita que Simón Bolívar sí tuvo un hijo en Potosí.

FUENTE: http://elpotosi.net/cultura/20160920_se-confirma-que-bolivar-tuvo-un-hijo-en-potosi.html

miércoles, 21 de septiembre de 2016

El errado cuento de un "Páez traidor"

Por Wilfredo Bolìvar, cronista oficial de Araure

EN SU DESEO de encumbrar al Libertador Simón Bolívar, fueron los historiadores positivistas de finales del siglo XIX, quienes acuñaron un falso histórico que aún se repite: Páez fue un ‘traidor’ a los postulados de la llamada Gran Colombia. La historia ciencia demuestra lo contrario. 

La revisión de la documentación política de Colombia ofrece otra perspectiva. Desde 1819, en su compromiso con Gran Bretaña, Bolívar optó por un gobierno ‘centralista’ y controlador, a diferencia del Estado republicano ‘federal’ fundado en 1811. Ello obligó al Libertador colocar a los pies de Inglaterra el destino político de la naciente Colombia. La idea de un Bolívar “anti-imperialista” es una fábula. Bolívar es anti-imperialista ante España, pero es pro-imperialista frente a Inglaterra, de quien recibió total apoyo para concluir la Independencia. 

Desde los siglos previos a la emancipación, fundamentalmente interesa a Gran Bretaña el mercado de América. Para los ingleses, la independencia significa más un problema económico que político. Inglaterra buscó siempre apoderarse del mercado americano y sustituir el modelo español en las nacientes repúblicas. Consumada la guerra y evidenciada la bancarrota de los nuevos Estados, intentó cercenar a una Colombia endeudada con sus préstamos londinenses. En consecuencia, venida a menos la reputación financiera colombiana, Inglaterra pugnó por aniquilar la república y dividir la deuda financiera que movió su interesado apoyo. Para decirlo mejor: en 1819 Inglaterra dio origen a Colombia, y en 1829 Inglaterra contribuye a su desintegración. 

Documentación desclasificada, escasamente divulgada en Venezuela, del Foering Office de Londres (departamento de asuntos exteriores ingleses), señalan a Bolívar interesado en instaurar en Colombia, en 1829, un protectorado bajo el modelo inglés con interés de recuperar la economía en bancarrota. Como salida, Bolívar promueve durante once meses gestiones ante el gobierno inglés para instaurar en Colombia una Monarquía Constitucional, salida política rechazada por Venezuela, Ecuador y los sectores más conservadores de la antigua Nueva Granada.  

Conocida en Venezuela la errada maniobra bolivariana, se precipitó la crisis política que terminó con la separación de Colombia. Le tocó al Gral. José Antonio Páez, como primera autoridad del departamento venezolano, enfrentar esta crisis. En consecuencia, autorizado por un decreto, expedido por el propio Libertador, se le autorizó consultar al pueblo venezolano si deseaba seguir unido a la república colombiana.  

La historia oficial que se sigue contado en Venezuela, es tacaña en reconocer la crisis política en la que metió Bolívar a Colombia durante sus últimos años. Dictadura bolivariana, leyes inglesas en un anquilosado sistema colonial, economía fracasada y en ruina, modelo foráneo de gobierno bajo el sistema liberal inglés, entre otras causas, acabarán con Colombia. Consultadas las poblaciones de Venezuela, en asambleas populares con centenares de firmas, 96 ciudades expresaron su deseo de “separar” al Departamento de Venezuela de la fracasada Colombia. 

La correspondencia de Bolívar entre 1829 y 1830, deja pistas de la inminente separación. Cítese el párrafo de una carta del Libertador al Gral. Rafael Urdaneta, el 2 de enero de 1830: “Creo que el Congreso debe dividir a Colombia, con calma y justicia, ninguna oposición debemos poner a Venezuela; porque nadie quiere hacer este sacrificio a favor de una opinión política que combate interiormente con las antipatías. La Nueva Granada no nos quiere y Venezuela no quiere obedecer a Bogotá. Estamos a mano” (CARTAS DEL LIBERTADOR. Tomo VII [1829-1830], Caracas: 1969. Banco de Venezuela / Fundación Vicente Lecuna. p. 429).

Fue el propio Bolívar quien sugirió a Páez acometer la separación. El mismo Páez lo expone en sus memorias: la separación no fue obra de un solo hombre. Es un proceso histórico poco estudiado. Sin embargo, Páez sigue cargando con la culpa bajo un solo epíteto: “traidor”, un cuento manido, acuñado y repetido hasta la saciedad sin permitirnos el verdadero análisis de un contexto complejo. 

Fuente: https://www.facebook.com/notes/wilfredo-bol%C3%ADvar/el-errado-cuento-de-un-p%C3%A1ez-traidor/1367237913293042

sábado, 28 de mayo de 2016

Los cuentos de Mano Nerio (I)

Por: Luis Javier Bazán

El historiador y expresidente de la República, Ramón J. Velásquez, dedicó gran parte de su interesante vida a la lectura y análisis de libros que iban llegando a sus manos. Quien sabe cuándo o cómo, el historiador se topó con uno de los cuatro textos escritos por Nerio Duin Anzola, el popular Mano Nerio de Acarigua, un personaje quien nació, vivió y murió en la ciudad desde finales de 1890 hasta su muerte a mediados de 1950.

La descripción de la obra que hace Velásquez sintetiza el libro “Por los caminos de la provincia” que produjo Mano Nerio en el año 1951 bajo el sello editorial Signo. A continuación se reproduce el mismo con la gran intención de ir descubriendo esas particularidades de un hombre que se convirtió en un personaje importante de la Acarigua de la primera mitad del siglo XX.

El texto de Ramón J. Velásquez
Nerio Duin Anzola, autor y personaje de estas aventuras es un llanero de Occidente. Nació en tierras de Portuguesa, el año 1892. Alto, blanco, ojizarco, con una barbilla de General de la Federación, delgado y nervioso, su figura recuerda la estampa de los viejos hidalgos españoles, miserables y orgullosos. Que en gestos y locuras también concuerda su carácter con el campechano señorío peninsular.

Pulpero, dependiente de comercio, agricultor, arriero, comprador de cerdos y vendedor de zarazas en los llanos de Barinas y Apure, jefe civil, celador de rentas, vigilante de carreteras, ornitólogo, posadero, todos los oficios los ha ejercido en un ambiente, dentro de circunstancias de la más castiza picaresca. Siempre la empresa termina mal; cuando en los caneyes de su casa, establece una posada, los viajeros que en la madrugada siguen camino, se llevan hamacas y colgaduras.

En una ocasión, invierte sus ahorros en la compra de unos cochinos y cuando va llegando con el atajo a las vecindades de Barquisimeto, se desperdigan los animales y van a dar al conuco de una gente conocida por perversa y asesina. Otro día, esta vez en funciones de botiquinero se ingenia para atraer a los vecinos. Es el año 1926, las altas y pesadas ortofónicas causan furor. Pero como él es pobre y no puede adquirir el musical aparato, lo reemplaza por el más curioso artefacto: un inmenso cajón en el cual se esconden tres músicos y una mujer. Los parroquianos se están acostumbrando a la función de Nerio. Por la ejecución de cada pieza pagan un real, si es cantada un bolívar. El negocio progresa, pero una noche llega la fatal política encarnada en la persona del Secretario General del Estado, quien le dice a Duin: "Présteme la cantante por una noche, por la mañana se la devuelvo". Frente al silencio y al temor de la clientela, el hombre le responde: "Pero usted me manda la suya".

Ante la respuesta, el negocio se va quedando solo, todos los concurrentes salen rápidos, no quieren ser testigos del irrespeto irrogado a la autoridad. Duin está condenado. Los viejos del pueblo le aconsejan salvar el pellejo. Bajo unas cargas de papa, en un camión, el hombre huye a Barquisimeto. Pocos días después, ocurre el alzamiento de Gabaldón y la toma de Guanare. Como Duin ya es un calificado enemigo, el Gobierno ocupa su casa y la convierte en hospital de sangre.

FUENTE: Centro de Investigación y Comunicación. Red Venezolana de Comunicación y Cultura. Universidad Católica Andres Bello (UCAB), Caracas. Año 2010.

sábado, 21 de mayo de 2016

Caciques de Acarigua y Araure

Por: Wilfredo Bolívar, Cronista de Araure

Escasamente divulgados en nuestra historia regional son los nombres de nuestros caciques aborígenes. Dos factores inciden en sus limitados registros: en primer lugar, las pocas referencias sobre su existencia en nuestras fuentes documentales de los siglos XVI- XVII; y, en segundo lugar, porque durante este tiempo muchos de sus sonoros nombres se perderán con el ritual del bautismo, sustituyéndose sus antropónimos y locativos por apelativos católicos cristianos.

martes, 10 de mayo de 2016

Manasés Meléndez y la posesión Chingalí

Por: Alirio Acosta
Foto tomada de http://aliriorac.bligoo.es/

Quizás uno de los personajes más influyentes que contribuyó en el acrecentamiento de terrenos agrícolas a costa del achicamiento de la Gran Selva de Turén fue Manasés Meléndez. Según 100_1170.JPGrecopilaciones tomadas del libro Turén: Corazón Agrícola del País, escrito por Facundo Rodríguez Medina, Meléndez nace en Parúpano de la actual parroquia Santa Inés, municipio Urdaneta del estado Lara el 27 de noviembre de 1897; luego de morar en algunos parajes del estado Falcón, entre ellos un caserío de nombre La Garza cerca de Mapararí, se va a Turén y consigue trabajo por poco tiempo en la posesión “La Quiboreña” del entonces distrito Turén y seguidamente de obrero en la “Posesión Chingalí” en la misma jurisdicción, hacienda donde circunstancialmente a la larga se convertiría en el hombre más poderoso de la posesión y de la zona.

sábado, 30 de abril de 2016

Francisco de la Hoz Berrío: gobernador itinerante y fundador de pueblos

Por Rafael Arraiz Lucca
Francisco de la Hoz Berrío

Hijo de Antonio de Berrío y María de Oruña, hermano del gobernador de Guayana y Trinidad, Francisco Berrío y Oruña, tomó posesión de la Provincia de Venezuela el 15 de junio de 1616. Algunos autores señalan que nació en Bogotá.

No obstante, sabemos que su hermano Fernando nació en Berja (España) y creemos que Francisco también. En todo caso, América no le era extraña, ya que la familia había llegado a Bogotá en 1580, estando los hijos sin uso de razón.

Su vida entera transcurrió en estas tierras, desde las aventuras doradistas de su padre hasta éstas de él y su hermano como gobernadores.

sábado, 23 de abril de 2016

El Páez de Mascareño

Por: Luis Javier Bazán

La gran obra que se enclava en la conocida Redoma de Mamanico de Acarigua, es autoría del ingenio escultor de Orlando Mascareño, un artista local que ha estado muy preocupado por el desarrollo de su talento y en dejar un sello personal en cada proyecto iniciado.

A finales de 1989, el artista inicia un periplo en la ciudad de Acarigua, tras la búsqueda de un apoyo financiero que le permitiese levantar una obra emblemática como regalo al natalicio de José Antonio Páez en 1990.

sábado, 16 de abril de 2016

Dos pájaros de un solo tiro


Luis Herrera Campins y Luis J. Bazán
Por: Luis Javier Bazán

El sábado 13 de junio de 2001, en una actividad realizada en el museo de Arte de Acarigua-Araure, tuve la extraordinaria oportunidad de conversar con el expresidente Luis Herrera Campins y el cardenal Ignacio Velazco García, dos de los más genuinos embajadores de la acarigüeñidad del siglo XX.

Fue una asignación de pauta para el diario Última Hora, en el que laboré por un año en esa época. Lo que debía resultar un saludo a la bandera se convirtió en dos informaciones de altísima importancia informativa en el momento.